jueves, 1 de mayo de 2014

Palabras de los Mártires de Chicago. II.

Walter Crane. The Triumph of Labour. International Labour Day. May 1.

Palabras de Louis Lingg, de profesión carpintero, ante el tribunal que le condenó a muerte (Fragmentos) 

Me concedéis, después de condenarme a muerte la libertad de pronunciar un último discurso. Acepto vuestra concesión, pero solamente para demostrar las injusticias, las calumnias y los atropellos de los que se me ha hecho víctima. Me acusáis de asesino; ¿y qué prueba tenéis de ello? (…)

No, no es por un crimen por lo que nos condenáis a muerte; es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos, es por la anarquía; y puesto que es por nuestros principios por lo que nos condenáis, yo grito sin temor: ¡soy anarquista!

Me acusáis de despreciar la ley y el orden. ¿Y que significan la ley y el orden? Sus representantes son los policías, y entre éstos hay muchos ladrones. Aquí se sienta el capitán Schaack. Él me ha confesado que mi sombrero y mis libros habían desaparecido de su oficina, sustraídos por los policías. ¡He ahí vuestros defensores del derecho de propiedad!

Mientras yo declaro francamente que soy partidario de los procedimientos de fuerza para conquistar una vida mejor para mis compañeros y para mí, mientras afirmo que enfrente de la violencia brutal de la policía es necesario emplear la fuerza bruta, vosotros tratáis de ahorcar a siete hombres apelando a la falsedad y al perjurio, comprando testigos y fabricando, en fin, un proceso inicuo desde el principio hasta el fin.

Grinnell ha tenido el valor, aquí donde no puedo defenderme, de llamarme cobarde. ¡Miserable! un hombre que se ha aliado con un vil, con un bribón asalariado, para mandarme a la horca. ¡Este miserable, que por medio de las falsedades de otros miserables como él trata de asesinar a siete hombres, es quien me llama cobarde!

Se me acusa del delito de conspiración. ¿Y cómo se prueba la acusación?

Pues declarando sencillamente que la asociación internacional de trabajadores tiene por objeto conspirar contra la ley y el orden. Yo pertenezco a esa asociación, y de esto se me acusa probablemente. ¡Magnífico! ¡Nada hay difícil para el genio de un fiscal!

Yo repito que soy enemigo del orden actual, y repito también que lo combatiré con todas mis fuerzas mientras aliente. Declaro otra vez franca y abiertamente que soy partidario de los medios de fuerza. He dicho al capitán Schaack, y lo sostengo, que si vosotros empleáis contra nosotros vuestros fusiles y vuestros cañones, nosotros emplearemos contra vosotros la dinamita. Os reís probablemente, porque estáis pensando: "ya no arrojarás más bombas". Pues permitidme que os asegure que muero feliz, porque estoy seguro de que los centenares de obreros a quienes he hablado recordarán mis palabras, y cuando hayamos sido ahorcados ellos harán estallar la bomba. En esta esperanza os digo: os desprecio; desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra fuerza, vuestra autoridad. ¡Ahorcadme!

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 Palabras de Albert Parsons, de profesión impresor (y periodista), ante el tribunal que le condenó a muerte (Fragmentos) 

Nuestra señoría sabe perfectamente que este proceso ha sido provocado, inspirado, encauzado, orientado y propagandizado por los capitalistas, por los que creen que el pueblo no tiene más que un derecho y un deber, el de la obediencia. Ellos han dirigido el proceso hasta este momento, y, como ha dicho muy bien Fielden, se nos acusa de asesinos pero en realidad se nos condena por anarquistas.

Yo no he violado ninguna ley de este país. Ni yo ni mis compañeros hemos abusado de los derechos de todo ciudadano de esta república. Nosotros hemos hecho uso del derecho constitucional a la propia defensa, nos hemos opuesto a que se arrebataran al pueblo americano aquellos derechos. Pero los que nos han procesado imaginan que nos han vencido porque se proponen ahorcar a siete hombres, siete hombres a quienes se quiere exterminar violando la ley, porque defienden sus inalienables derechos: porque apelan al derecho de la libre emisión del pensamiento y lo ejercitan, porque luchan en defensa propia. ¿Creéis, señores, que cuando nuestros cadáveres hayan sido arrojados al montón se habrá acabado todo? ¿Creéis que la guerra social se acabará estrangulándonos bárbaramente? ¡Ah no! Sobre vuestro veredicto quedará el del pueblo americano y el del mundo entero para demostraros vuestra injusticia y las injusticias sociales que nos llevan al cadalso; quedará el veredicto popular para decir que la guerra social no ha terminado por tan poca cosa. La policía está armada con los fusiles modernos de Winchester y las organizaciones obreras carecen por completo de medios de defensa. Un fusil de aquellos cuesta 18 duros, y nosotros no podemos comprarlos a tal precio. ¿Qué deben hacer los trabajadores? Una bomba de dinamita cuesta treinta centavos y puede ser preparada por cualquiera. El fusil Winchester cuesta 18 duros. La diferencia es considerable. ¿Soy culpable por decir esto? ¿He de ser ahorcado por ello? ¿Qué es lo que yo he hecho? Buscad a los que han inventado esas cosas y ahorcadlos también. (…)

Cuando vi que se había fijado el día de la vista de este proceso, juzgándome inocente y sintiendo asimismo que mi deber era estar al lado de mis compañeros y subir con ellos, si era preciso, al cadalso; que mi deber era también defender los derechos de los trabajadores y la causa de la libertad y combatir la opresión, regresé sin vacilar a esta ciudad. (…) Hice venir a mí esposa y conversé con ella algún tiempo. Mandé aviso al capitán Blanck que estaba aquí pronto a presentarme y constituirme preso. Me contestó que estaba dispuesto a recibirme. Vine y lo encontré a la puerta de este edificio, subimos juntos y comparecí ante este tribunal.

Aún en este momento, no tengo nada por qué arrepentirme.

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 Palabras de Samuel Fielden, de profesión obrero textil, ante el juez Joseph E. Gary (Fragmentos)

Habéis traído a los reporteros de la prensa burguesa para probar mi lenguaje revolucionario, y yo os he demostrado que a todas nuestras reuniones han acudido o han podido acudir nuestros adversarios para demostrar la falsedad del socialismo; que a nuestros mitines hemos invitado a los representantes de la prensa, de la industria y del comercio, y que casi siempre han dado la callada por respuesta; y, en resumen, os digo que un reportero es un hombre que no depende de sí mismo, que no es libre, que obra a instigación ajena, y lo mismo puede acusarnos de un crimen que proclamarnos los más virtuosos de todos los hombres. Es más; todas las reuniones convocadas por el Grupo Americano fueron de controversia. Un ciudadano de Washington que aquí vino a combatirnos en 1880, nos ha escrito repetidas veces ofreciéndose a declarar que nuestras reuniones no tenían por objeto excitar al pueblo a la rapiña, como decís vosotros, sino simplemente la discusión de las cuestiones económicas. Veinte testigos más estaban dispuestos a confirmar lo mismo. Esto era en el supuesto de que se nos acusara en aquel sentido. Pero vimos aquí que de lo que se nos acusaba realmente era de anarquistas, y por eso no vinieron aquellos testigos, porque no eran necesarios.

Si me juzgáis convicto por haber propagado el socialismo, y yo no lo niego, entonces ahorcadme por decir la verdad...

Si queréis mi vida por invocar los principios del socialismo y de la anarquia, como yo entiendo y creo honradamente que los he invocado en favor de la humanidad, os la doy contento y creo que el precio es insignificante ante los resultados grandiosos de nuestro sacrificio ...

Yo amo a mis hermanos los trabajadores como a mi mismo. Yo odio la tiranía, la maldad y la injusticia. El siglo XIX comete el crimen de ahorcar a sus mejores amigos. No tardará en sonar la hora del arrepentimiento. Hoy el sol brilla para la humanidad; pero puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un sólo minuto la llegada del venturoso día en que aquél alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado, libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones.
  




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Fuente: Fascículo N° 24 de la “Historia del Movimiento Obrero” (CEAL, 1973) dedicado a los Mártires de Chicago. El Autor, Gregorio Selser, trabajó con la traducción del inglés al alemán de Der justizmord von Chicago. Zum Amgedenken. 11 no­vember 1887. de Pierre Ramus, de donde extrajo los testimonios.

Historia del Primero de Mayo. (Ediciones Terramar, 2011) V.V.A.A.

Algo más sobre la Historia del 1° de Mayo.


4 comentarios:

  1. Cómo será la cosa que los yanquis cambiaron la fecha de la celebración para que nadie más los recordara... Y el peronismo vino a cambiarlo todo en Argentina.

    Saludos

    J.

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  2. “Es con inmensa alegría que vemos a esta muchedumbre apretujada, no con las manos crispadas ni con gesto de rebelión, sino de alegría y batiendo palmas para aclamar a Juan Domingo Perón, el líder de los trabajador es, que fue el hombre capaz de reivindicar la justicia social por tanto tiempo reclamada por los trabajadores de la patria. (…) Sabemos –dice Evita en ese discurso– que estamos ante un hombre excepcional, sabemos que estamos ante el líder de los trabajadores, ante el líder de la patria misma, porque Perón es la patria y quien no esté con la patria es un traidor (…) Hoy viene la masa trabajadora argentina a rendir homenaje al general Perón. (…) En nuestra patria ya no se entonan himnos extranjeros, sino que se canta el nuestro y no se enarbolan trapos foráneos sino que se lleva la inmaculada bandera azul y blanca. (…) Este es un 1º de Mayo en el que los obreros han desterrado toda bandera foránea para enarbolar la azul y blanca, la más hermosa de las banderas, la nuestra, de la patria”.

    Las palabras precedentes son de Eva Perón, en el acto de Primero de Mayo de 1949. Las tomé de un artículo que tal vez hayas leído “La historia está para aprender”, escrito por Osvaldo Bayer que no es santo de mi devoción pero al que siempre es interesante escuchar –aunque sea para debatir-.

    Los peronistas mencionaron el pasado jueves, en alguno de sus actos, a los obreros de Chicago; lo hicieron también en el diario, en un comunicado; jamás, claro, se hacen cargo del motivo por el que fueron colgados y reina el silencio frente a sus encendidos discursos a pasos de la horca; los peronistas olvidan –o prefieren olvidar - el nombre de Teodoro Suárez y sus 6 compañeros anarquistas de la FORA que en 1952, por firmar un comunicado contra el gobierno fueron detenidos, sometidos a una sesión de garrotazos para luego ser colgado de un gancho por las esposas durante un día y permanecer 9 meses presos; tampoco nos ilustran sobre lo que sucedía con los presos políticos durante el gobierno del general, en la Sección Especial de Investigaciones, de la Calle Urquiza 556, en la Capital Federal, donde funcionaba una bobina Rumkorf que levantaba el voltaje de la corriente eléctrica; el General Osinde presidiendo sesiones de tortura en el 53, en la comisaría 3° de la PFA; la aplicación de la Ley de Residencia –aquella promovida por Miguel Cané para disciplinar anarquistas y aprobada durante el gobierno de Roca- decía la aplicación de la Ley de Residencia por el gobierno de Perón a los sindicalistas paraguayos. Podría seguir, profe, pero creo que fui más o menos claro. Coincido: el peronismo vino a cambiarlo todo y a su vez, a no cambiar nada.

    Abrazo y gracias por sus inestimables comentarios.

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  3. NN, me parece que en algún punto mi comentario no se entendió. La mención al Peronismo era más que nada para compararla con el accionar del gobierno de los EEUU en cuanto a darle otro aspecto al acto del 1 de mayo, y estamos de acuerdo en que lo lograron, y se olvidaron de cómo el gobierno peronista aplicó a diestra y siniestra la ley de residencia de 1902 sobre obreros, estudiantes, sindicalistas, políticos, y todo el que osara pensar algo diferente. Eso nunca aparece en ningún comunicado.

    Suerte

    J.

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  4. Lo entendí, lo entendí.
    Nada más quería repasar algunos de los episodios del orden represivo del gobierno peronista, usando tu comentario como disparador. Y de paso señalar lo impostado y cínico que puede ser la sola mención a los Mártires de Chicago hecha por la CGT.
    Yo también creo que el peronismo vino a cambiarlo todo y eso es innegable. Como diría Milciades Peña, en el país del "como sí" fue ÉL gobierno del "como si".

    Saludos y nos seguimos leyendo.

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