lunes, 31 de agosto de 2015

Frans Masereel. Mi libro de horas.


Otro libro -el útlimo- de este referente del grabado social, cortesía (nuevamente) de mi biblioteca personal. 














domingo, 23 de agosto de 2015

Sacco y Vanzetti.






A los Anarquistas del Mundo.



Queridos amigos y camaradas:



En la celda de muerte, nos acaba de informar el Comité de Defensa que el gobernador Fuller ha decidido matarnos el 10 de agosto. No nos sorprende esta noticia, porque ya sabíamos que la clase capitalista es implacable y dura, y no tiene clemencia con los buenos soldados de la revolución. Estamos orgullosos de morir y caer como todos los anarquistas han caído y caen. Ahora sois vosotros, hermanos, camaradas, como ya os dije ayer, los únicos que podéis salvarnos, ya que nosotros jamás tuvimos fe en el gobernador. Porque hemos sabido desde un principio que el gobernador Fuller, Thayer y Katzmann, son nuestros asesinos. ¡Viva la anarquía!



Con calurosos saludos y recuerdos a todos.



Nicola Sacco.

Charlestown, Prisión del Estado, agosto 4 de 1927






A los Trabajadores Argentinos.



Nosotros deseamos decir a los compañeros, a los amigos, al pueblo argentino, que sabemos cuán grande, sublime y heroica es su solidaridad hacia nosotros.



Sabemos que habéis dado el pan y el reposo vuestro, vuestra sangre y vuestra libertad por nosotros. Sabemos que hubo quien dio su vida por nosotros.



Vuestra solidaridad generosa nos reafirma en la fe anárquica y humana. Vuestro sacrificio heroico, nos hace sangrar el corazón, mas nos sostiene el ánimo dándonos la certeza de una victoria final del proletariado.



Nosotros saludamos a quien lucha por nosotros; a quien está preso por nosotros; a quien ha muerto por nosotros.



Compañeros: amigos, Pueblo de la Argentina: nosotros morimos con vosotros en el corazón.



Y que ninguno de vosotros se desaliente, que ninguno vacile, que ninguno pierda el ánimo, cuando os llegue la triste nueva de nuestra muerte; que ella no os espante.



La vía de la libertad, que es la vía del progreso y de la justicia, está empañada de sangre, sembrada de fosas. Solo los fuertes la pueden recorrer. Vosotros sois fuertes. Dos caídos más: ¿Y qué? Otros ocuparán nuestros puestos, más resueltos y numerosos que nunca. En alto los corazones: ¡viva la anarquía y la revolución social!



Y recordaos de cuanto queremos deciros: el enemigo nos quiere muertos, y nos tendrá muertos para defender el privilegio y la tiranía, para humillaros, para acobardaros, para venceros, destruiros y encadenar los pueblos al carro de su esclavitud. El enemigo se ha embriagado con el llanto de nuestras mujeres, de nuestros viejos y de nuestros niños. Nos ha torturado, átomo por átomo, insultado, escupido, clavado, befado, empapado los labios de hiel y vinagre y, finalmente, ofrecerá a Mammón el humo de nuestras carnes maceradas y maltrechas.



Y este mismo enemigo clava sus inmundos tentáculos en la carne de todos los pueblos de la Tierra, prepara el más grande militarismo del mundo y se apresta a esclavizar la entera humanidad.



Hay que aplastarle la cabeza.



El pasaría de buena gana sobre los cuerpos de los rebeldes, de los revolucionarios y de los libertarios: él se prepara a pisotear a la humanidad.



Los caídos, todos los caídos, deben ser vengados. ¡Guay si no lo son!



Nosotros os enviamos un abrazo fraterno y el saludo augural.



Bartolomeo Vanzetti.

Cárcel de Dedham, Mass., 1927










A sus familiares.



Querida Rosina mía, mis queridos hijos, queridos compañeros: ¡No hay justicia para los pobres! Después de haber crucificado a los míos queridos, durante siete largos años, se preparan ahora a asesinarme a mí. ¡Oh, compañeros míos, continuad vuestra gran batalla! ¡Luchad por la gran causa de la libertad y la justicia para todos! ¡Todo este horror debe acabar! Mi muerte ayudará a la gran causa de la humanidad. Muero como todos los anarquistas mueren, altivamente, protestando hasta último momento contra la injusticia.

“Mi querida Rosina: esta tortura terrible a destrozado tu vida, ha cavado indelebles surcos da dolor sobre tu amado rostro, ¡pero tú eres fuerte y valerosa! ¡Tú también eres un soldado de la clase trabajadora! ¡Yo he sido arrancado de las filas, pero tú has ocupado mi puesto! “Sé fuerte de corazón.

Sé, para nuestros Inés y Dante, madre y padre a un mismo tiempo. Será duro, lo sé; pero la vida de los pobres es siempre dura. ¡Por eso es tan importante nuestra causa, tan sublime! “No llores querido hijo; demasiadas lágrimas han sido derramadas, sin conjurar, empero, la extrema tragedia. Sé fuerte y así podrás confortar a tu querida madre. Haz como yo hice en lejanos días, cuando ella era feliz.

Condúcela al campo tranquilo, todo florecido, y reposad bajo los árboles. Procura cuanta paz y cuanto reposo puedas ofrecer a su alma torturada.

“Pero recuerda siempre, mi querido Dante, la causa por la que muero.

¡Consagra tu vida a la causa de la justicia! Cuento contigo para reemplazarme y hacer cuanto me ha sido imposible a mí mismo.

“Ayuda a los perseguidos y a las víctimas de las injusticias, porque ellos son tus verdaderos amigos.

Ellos son compañeros que luchan y caen como luchó y cayó tu padre, para alegría de la libertad y por la salvación de todos los trabajadores. En esta lucha encontrarás más amor y felicidad, y serás amado.

“Sobre todo, recuerda siempre cuánto han hecho por nosotros nuestros amigos, en estos siete años. Han trabajado sin tregua y si no han triunfado en su noble intento, no es por su culpa.

La máquina contra la que luchaban era demasiado potente. Ten hacia ellos, Dante mío, admiración y reconocimiento.

“Inés, pequeña mía: ha pasado mucho tiempo, desde la última vez que te vi, desde que contemplé tu rostro radiante, lleno de alegría e inocencia. Tú eres demasiado pequeña para comprender lo que hay en mi corazón. ¡Oh, los sueños que yo he construido en mi corazón al próximo; lejos de la crueldad que se ha abatido sobre nosotros!.

“Pero algún día comprenderás. Y tú también tomarás un puesto en esta lucha. Entonces sabrás por qué muero y comprenderás que es por algo que está más allá de nuestros afectos, de los cielos, del espacio y del universo.

Por eso muero y estoy orgulloso de ello. ¡Yo no palidezco a despecho de todo; mi espíritu es aún fuerte! ¡Voy hacia la muerte con una canción en los labios y una esperanza en mi corazón, que no será destruida. Yo afronto mi destino sin temor!

Vuestro.

Nicolas Sacco.

Charlestown, Prisión del Estado, agosto 22 de 1927