martes, 31 de julio de 2012

Emilia Gutiérrez. Dibujos 1960- 2002

Un poco de Emilia Gutiérrez, artista de la que, no teniendo posibilidad de disfrutar en la web, decidí subir a este humilde espacio. Ahí va otra de las arbitrarias selecciones de obra a la que tengo acostumbrado a los seguidores de este blog, del libro dedicado a sus dibujos –disciplina a la que se abocó, por consejo de su psiquiatra, de manera exclusiva a partir de 1975-.

Nuevamente recomiendo la ampliación de cada trabajo; ya de por sí el scan hace mella en la calidad  y nitidez de la imagen; del mismo modo la reducción dificulta la percepción de la delicada línea y el meticuloso grafismo con que la artista discípula de Urruchúa nos regaló.
 Queda pendiente para un futuro, cuando necesitemos un poco de aire, un nuevo repaso por su labor.










jueves, 26 de julio de 2012

Alejandro Sirio. Ilustraciones para La Gloria de Don Ramiro

Retomamos la producción de uno de los grandes dibujantes e ilustradores que pisó el suelo argentino (nacido en Oviedo, España), el señor Nicanor Álvarez Díaz, más conocido por nosotros como Alejandro Sirio.

 Hoy engalano el blog con apenas una brevísima selección de sus ilustraciones para la novela de Enrique Larreta "La Gloria de Don Ramiro". Trabajo realizado entre 1927 y 1928, según informa la web, estos dibujos constituyen el único conjunto completo del artista que se conserva en la Argentina gracias a la donación que el escritor realizó al Museo Nacional de Bellas Artes en 1938.

 Profusión es la palabra que se me ocurre para definir lo que Sirio hizo en estas 408 páginas. De ilustraciones y de detalles. Todo es basto. Todo contemplado, desde un grafismo en una piedra hasta el pliegue de una túnica de un minúsculo personaje perdido entre otros cientos. En el libro "Arte bajo la Ciudad", sobre los murales en los subtes -porque Sirio también realizó diseños para las cerámicas que allí se encuentran- Esmeralda Radaelli recuerdo el trabajo de documentación paciente que el artista realizaba -vestimentas, arquitectura, costumbres, todo lo que estuviera a su alcance-. 
Incluí algunas de las decoraciones que acompañan a las letras que inician cada capítulo.

La presente edición es de junio de 1944

Recomiendo hacer click sobre las imágenes, puesto que la reducción del tamaño perjudica la correcta visualización de los dibujos, que imagino, debieron ser de dimensiones considerables.

jueves, 19 de julio de 2012

Hans Bellmer. The Drawings of Hans Bellmer














Extraordinario libro del artista alemán, con introducción de Constantin Jelenski, editado en Gran Bretaña en 1972.

sábado, 14 de julio de 2012

José Hernández. La Metamorfosis. Última Parte.








HOMENAJE A UN MAESTRO.
por José Hernández.

Para un pintor la ilustración de una obra literaria puede sin duda constituir una labor grata y enriquecedora, pues si en su aspecto puramente funcional pone de manifiesto la versatilidad inherente a todo creador, en un sentido más general amplía considerablemente su propio universo.
De la elección adecuada del texto dependerá en gran medida que tanto el proceso como el resultado final sean ambos igualmente satisfactorios.
Las motivaciones para emprender tan apasionante tarea pueden ser va­rias, pero tal vez lo más determinante sea el deseo de identificación con dicha obra literaria. Esta circunstancia de predisposición será la que, a través del estudio minucioso del texto, haga posible una verdadera compe­netración con el autor, conductor incuestionable en este maravilloso viaje a dos.
Es natural que el pintor halle estas cualidades en algunas obras, bien por su temática, o simplemente porque imágenes afines provoquen no sólo el acercamiento sino además el deseo de penetrar en el misterio de esta atracción particular. No es menos natural que el pintor tienda a conservar, en la medida de lo posible, su identidad gráfica propia; en ambos casos estará aportando al proyecto, en esencia, dos de sus más íntimas cualida­des. No creo que sea sólo esta circunstancia la que determine de una forma objetiva la validez de esta experiencia. El éxito de la empresa dependerá siempre, a mi entender, de la adecuación con la literatura sin excesivo forzamiento. Sólo así el problema de la fidelidad o infidelidad al texto pasa necesariamente a un segundo plano de importancia.

Estas consideraciones no son más que el producto de una experiencia personal que, quizás por su carácter de intransferible, no puede ser norma. La metamorfosis de Franz Kafka fue una de mis primeras lecturas de adolescente y la que sin lugar a duda causó mayor efecto en aquel joven pintor apenas iniciado. Este mágico encuentro me produjo la sensación reconfortante de haber, al fin, hallado alguien que sabía de mi malestar, de mis ansias por ser comprendido, alguien con quien dialogar; en definitiva, alguien en quien confiar. Esta sensación deja en mí una huella profunda, pues era evidente que no estaba yo tan solo y desamparado como creía.
Pese a una situación ambiental difícil en aquellos momentos, pese a lo crítico de la edad y a mi carácter ciertamente introvertido, todo parecía encajar. La hostilidad exterior no suponía ya impedimento para dar rienda suelta a mi imaginación. Si, como dicen, el límite del hombre es el límite de la imaginación, así me gusta que sea, pues deja al hombre indefinido, de cara a un horizonte ignorado por el que poder avanzar libremente, como explorador de sí mismo...

A esta primera lectura febril, pero sin duda provechosa, siguieron otras algo más sosegadas y de otros autores, aunque en una misma dirección. El campo empezaba a ser menos abrupto, el horizonte más visible, el agua de las fuentes se tornaba clara. Aquella primera obra, elaborada a partir de sensaciones más que de ideas, empezaba a cobrar forma, empezaba a tener sentido. Hasta entonces esas sensaciones se me aparecían y yo mismo las ocultaba por temor a que me juzgaran demasiado infantil. Todo parecía encajar.
Los dibujos de hoy me han valido, entre otras cosas, para rememorar -cuando la serenidad me lo ha permitido- escenas o situaciones vividas dentro o fuera del texto, no sé muy bien si por él o por mí, en cualquier caso vividas por alguien.
Después de evocar estos recuerdos de adolescencia y otros no tan leja­nos parecía evidente que tarde o temprano llegaría, como ha llegado, el momento oportuno de rendir el sentido homenaje a mi tan querido autor y maestro, a quien debo fidelidad y gratitud.